Recuerda que moriras

viernes, 31 de diciembre de 2010

EL GUERRERO DE CRISTO



                       Procuro acercarme a ojos
         que no nublan vistas con palabras vacías,
                       Procuro arrimarme a letras
        que no esconden ningún síntoma podrido.
                     Huyo de los elogios pero siempre
                        trataré de merecerlos.

    La escritura es un arma poderosa, mucho más que cualquier guerra, que cualquier índole de fanatismo.

    Estas letras que nacieron un día como otro cualquiera, de un interior como otro cualquiera y que pertenecen a un sueño que he perseguido durante tiempo. He querido compartir las mías en un libro que me ha apresado  tanto en su perfil, como en sus emocionantes momentos.
    Este fragmento a modo de prologo os pude dar una idea.
    Un libro que deseo sea de vuestro agrado.

                      http://www.bubok.com/libros/187239/EL-GUERRERO-DE-CRISTO 


"¿A quién atañe castigar estas ofensas y recuperar estas tierras sino a vosotros? Tomad el camino de la cruz, rescatad el Santo Sepulcro, arrancad aquellos lugares que nos pertenecen por derecho, al poder de esa raza maligna, y ponedlos bajo vuestra superioridad y tutela". Palabras incitantes que provocaron de inmediato el efecto buscado por la Iglesia, un grito unánime que fue ganando adeptos en cada comienzo de la batalla, una frase atronadora: "¡Deus Vult!", "¡Deus Vult!" (¡Dios lo quiere!)
La máxima autoridad eclesiástica convirtió esta exclamación en la consigna oficial que guiaría a quienes emprendieran la marcha.  Los expedicionarios se reconocían por una cruz roja en su pecho y una ferviente determinación de reconquistar los Santos Lugares. ¿Pero, qué sucede cuando esta determinación férrea, naufraga en el mar de la confusión de la fe de un caballero? 

La fe de un soldado Cruzado germina con las palabras de su Dios y se marchita cuando su máximo ejemplo en Tierra Santa, las denigra y las deshonra. Es entonces cuando los demonios llegan entre brumas alentando al desánimo e incitando a la huida del supuesto “Reino Celestial”.
Es entonces, cuando un hombre se da cuenta de que su fanatismo le ha empujado a no tener vida propia, a vulnerar todos los preceptos que un día juró ante la mirada de su Salvador.

Obligado por sus devociones y su forma de vida, despojado del amor de una mujer, a la que nunca olvida y, perseguido por sus hermanos, vaga entre dos mundos hacia un futuro poco alentador, donde sólo le resta, el honor a su palabra y su arrojo a no morir en vano.