Rodó una lágrima
pura por su mejilla, sabiéndose de la angustia de ser desposeída para
siempre de sus sueños, perdida en los páramos de una realidad vacía y difícil
desde su infancia. Donde el dolor, ese implacable hostil que atenaza en las
largas horas de luz y un aire áspero, como un soplo que te quema, seco e
insoportable, se restriega contra la herida abierta de su corazón con saña.
Tampoco las
noches traen la calma, están hechas de vendajes húmedos y fríos que parchean su
corazón, cuajado de reproches y mortales silencios, de un hondo vacío parecido
a la muerte.
El pavor de una mirada
atrás le hacía correr con el
irremediable riesgo de recordar lo vivido y eso la abatía.
Siempre le gusto ser un nadie que no esperaba futuros inciertos, pero que
siempre amaba presentes por comenzar.
Es más viable
vivir de recuerdos...
que sucumbir por una ilusión.
Mirar hacia atrás es
correr con el irremediable riesgo
de querer regresar sabiendo que las posibilidades
son pocas de cambiarlo todo...
pero nunca es imposible poder volver a comenzar…
Siempre hay un
sueño que respirar.
*Adaptación propia de una porción de texto anónimo.
Uno es siempre
la esencia del libro de su vida,
el autor y escritor de su propia historia.
De uno mismo depende hacer de ella...
una comedia o una tragedia.