Descansas en un lecho de pasión enardecida.
Delirando incomprensibles balbuceos que pronuncian un nombre clandestino que envilece tu alma.
Perpetuándolo en tu memoria y esclavizándolo para tu deseo intimo, escondido en un efímero manoseo que alienta tu placer.
Alojado en tu memoria, donde lo engalanas de caricias furtivas que van y vienen a capricho en un retrato imaginario acomodado a tu complacencia.
Transfigurado en un esbozo contenido que alimenta el entusiasmo y que no dudas en sentir a flor de piel.
Un día más, es una razón para falsificar la verdad, a sabiendas de que no hallaras nunca tu goce en su roce.
Y esa es… tu conformidad.