Recuerda que moriras

jueves, 16 de mayo de 2013

Carta a un desconocido




Leyendo en las páginas de mi vida,
 escudriñando en el arcón de mis recuerdos,
 encontré mi cruz...
Y atada a ella, una efímera cavilación.

Nunca te he visto, ni siquiera conozco tu nombre,
 ciertamente no sé mucho de ti, pero aún así…
Creo conocerte.

Siempre eres viento bajo mis alas,
 sin embargo necesitas que vuele contigo.
Sueles disfrazarte de un presuroso pensamiento:
 El de ser…lo que no se es.
Y que con probable certeza, nuca serás.

Siempre decidido a representar lo deseado,
 tenaz y melancólicamente.
Aun así…
Sé que eres consciente de ese semblante insólito,
 totalmente infrecuente que habita en mi interior.

Sé que eres dueño de mis frívolos momentos desconcertantes,
 en el que observándote tras un involuntario reflejo ante el cristal... descubres atemorizado que hay un extraño que te devuelve la mirada.

Tratas de encubrir la verdad con artimañas,
 escondiéndote por miedo a perder todo cuanto deseas…
bien para alargar el engaño en aquellos a los que pretendes desenmascarar, quizás oculto tras algo que tranquilice tu dolor,
 puede que incluso alguna de tus tristezas.

Pero sé que acabas manipulándolo todo a tu antojo,
 para rechazar una verdad demasiado demoledora
como para ser capaz de afrontarla.
Pero por muy extraño que me parezcas,
 sé que no elegiste las vicisitudes con que la vida me golpeó,
mientras tus paredes iban cada día cercándote más.

Eres calabozo de mi mente,
 perfilando mis sueños, acechando en la oscuridad de mis sombras,
 vestido de un blanco inmaculado
 dispuesto a profundizar en el laberinto de mi conciencia.

Pero contigo soy príncipe de mis momentos,
 señor absoluto del tiempo en mis pensamientos.
 Soy ese libre encarcelado en si mismo,
 dispuesto a someterse a tu tortura
y entregarse una vez más a la culpa.

Deja que mi alma respire…
Aprenderé tu nombre
Siempre estarás ahí.