Era dueño
de tu soplo travieso
que
jugueteaba aleteando como libélula encandilada.
Dueño del
filtro de tus sueños y ladrón que desvalijaba cada instante de tu alma.
Pero la marea
del tiempo
trajo consigo la desconfianza
Se volvió endeble y acabo rota al ser examina
por la
implacable luz de la verdad.
Y con ella
de la mano… los celos
Ese
traidor estado pernicioso que te aprieta la garganta, dejándote sin respiración
y que deja al aire
lo patético que puede llegar a ser un corazón.
Y ahora
que entiendes
lo anárquico que puede llegar a ser un
sollozo.
Ahora que siento tu hambre
Ahora que tu llanto desesperado
desgarra la noche.
Mi indiferencia es ahora la diferencia.
Y ya no
quedan fuerzas para la rendición.
Y en la
desesperación de nuestras horas más oscuras
esa mancha nos proporciona la fuerza necesaria
para hacer lo que sabemos que debe hacerse.
En la
naturaleza de este sentimiento
no hay castigos ni premios,
solo consecuencias…
Y cuando
mirar hacia al frente
es encontrar sólo oscuridad,
tan sólo
la razón y la valentía
pueden sacarte del abismo.
Pregúntate…
¿Dónde
está toda la magia?
¿No
extrañas los tiempos pasados?
Recuerda
cuando perseguíamos al sol
y al caer
la noche
intentábamos
tocar las estrellas.
Vuela en
las alas de la desesperación
Conquista
el silencio que temes.
Busca las
rosas a lo largo del camino
tan solo ten cuidado con las espinas.
Solamente
después de la expiación
se puede
hacer borrón y cuenta nueva.
Y la absolución dará paso a un nuevo comienzo.